miércoles, 27 de octubre de 2010

La misión social del universitario.

Hace sesenta años atrás, el Padre Hurtado daba un retiro a los jóvenes de la Acción Católica y les hablaba de la misión social del universitario. Tema que en ese entonces era de suma importancia y que hoy, más que nunca adquiere un significado trascendental producto de las distintas situaciones que nos ha tocado vivir como país en este año.

Se habla mucho de acción social, hemos visto muchas instancias en que nos hemos movido por el prójimo como voluntarios en distintas campañas de la más diversa índole. Aquellos voluntarios en su mayoría eran secundarios y universitarios que se daban por la sociedad, gente que estudiaba en colegios, institutos y universidades.
Ellos, como San Alberto decía “Deben tener una preocupación especial por estudiar su carrera en función de los problemas sociales propios de su ambiente profesional.” Y esa preocupación los llevo a tomar un martillo, una Biblia, un libro para enseñar a leer, o lo que tuvieran a mano para servir a los demás. No dudaron en decirle al Señor un sí fuerte y claro, ir a donde se les llamaba y servir en alegre sacrificio.

¿Pero cuál es la primera misión del estudiante?
Naturalmente, es la de su formación intelectual. El joven católico debe ser un estudiante y un estudiante constante. Aprender, leer, escribir, nutrirse de información que sirva para sus estudios, para su carrera y que la misma sea un servicio a los demás. Si se va a hacer acción social sin una base intelectual se está haciendo un trabajo vacío, un trabajo sin fundamento. Por eso es muy importante saber para qué se está haciendo lo que se está haciendo. La formación intelectual es un pilar en esta materia.
Hay quienes dicen que la formación intelectual viene primero, seguida de la espiritual y por último –cuando el individuo está plenamente formado- la social, pero la formación intelectual nuevamente es vacía y sin sentido si no es complementada desde siempre con la espiritual y la social. No se puede concebir una sin las otras dos latientes en unidad.

No es que la misión social del estudiante vaya separada de la misión formativa del mismo, ya que no se debe interrumpir el estudio para actuar con caridad, se debe actuar con caridad en el estudio. Hay que preguntarse constantemente ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Imitar a Cristo en el actuar diario, en la rutina, en lo cotidiano y volverse a preguntar ¿Qué haría Cristo en mi lugar de ESTUDIANTE?


Lo primero y más importante es ser consientes y estar atentos de la realidad social que nos rodea. Para eso el Padre Hurtado, siendo un joven estudiante de derecho pasaba tiempo en los Patronatos, prácticamente los lugares más marginales de la ciudad. Estaba con la gente pobre para vivir en carne propia lo que ellos vivían a diario, ellos fueron sus formadores intelectuales, espirituales y sociales. No bastaba la limosna que muchas veces carece de sentido, se involucraba en aquellos lugares para en medio de la acción social encontrar a Dios en el rostro de esa gente.

La misión social del estudiante es reconocer que los problemas sociales deben tener soluciones SOCIALES apoyadas en las instituciones, debe acompañarse de la conciencia y la estructura social. Aquellos problemas son morales, hay que tener interés en los medios prácticos para solucionarlos.
El estudiante es el cerebro, el obrero intelectual. Traduce problemas en soluciones técnicas, factibles.

La misión social del estudiante, del universitario es involucrarse en, por y para Cristo en los problemas que afectan a nuestro prójimo.
La vida del estudiante debe ser, cómo decía el Padre Hurtado “Una misa prolongada”.




Lo pr
Un abrazo en Cristo, gracias por leer.

1 comentario:

  1. Preguntarse hasta en el viaje en la micro... Como formamos el corazón que le da sentido a nuestra racionalidad, como usar los talentos y ponerlos a la disponibilidad del necesitado. Dos mil años atrás se nos revelaron estas sencillas cosas que tanto nos cuesta ver y realizar hoy.

    Sencillo y muy fresco, gracias!

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