sábado, 23 de junio de 2012

Ser católico: Vida en misión

Somos católicos. No dudamos de nuestra condición; vamos a misa, rezamos, suponemos cumplir los mandamientos al céntimo -como aquellos Maestros de la Ley- "Cómo yo ¡Cómo yo voy a ser un mal católico!" -podríamos pensar-, pero hay muchas asperezas que podemos limar y que por orgullo, comodidad o desidia no lo hacemos. Somos católicos, pero muchas veces somos católicos de sillón. Es muy fácil quedarse puramente en lo contemplativo, en el decorado y en lo "bonito", pero ser católico es mucho más que eso; ser católico es, además de una vida en oración y contemplación, dejar las redes y seguir a Cristo, es una vida en constante entrega y misión. No necesitamos esperar hasta el fin de año para hacer un viaje a una localidad y pasar una semana haciendo servicio social y pastoral -lo que es maravilloso y necesario-, la misión tampoco está confinada exclusivamente a consagrados y personas que van a agrestes y hostiles lugares a llevar la Buena Noticia. La misión es de todos nosotros, en nuestra vida cotidiana; el trabajo, el colegio, la universidad, en la micro, caminando en la calle y en nuestra casa. Las ferias, las empresas, el preocuparse por las injusticias, acompañar al triste, apoyar al que ha caído, compartir la alegría de todos nuestros hermanos.
No es necesario ver demasiado lejos para darnos cuenta de que en nuestra sociedad hay sectores que han sido postergados y hasta olvidados por las instituciones, es misión nuestra también acoger al pobre, a nuestro prójimo que haciendo suya la voz de Cristo nos pide un pedazo de Pan. Ser católicos es hacer de nuestra vida un servicio constante y una imitación de la persona de Jesús. Una misión en la que podamos hacer la diferencia con el sello del amor, un amor que inunde nuestras acciones, palabras y oraciones, que ese amor llegue a todas las personas y que nadie quede fuera de él. Que aquellos que no conocen a Cristo nos vean y digan "Miren cómo se aman", que aunque tal vez no compartan nuestra fe, quede sí el testimonio vivo del amor. Amor que debe ser reflejo de nuestra oración, oración que sin obras es vacía, si estamos hablando con nuestro Padre bueno, debemos también actuar acorde a Su voluntad. Seamos caritativos, atentos y practiquemos la justicia. San Ignacio decía que debíamos ser contemplativos, que es algo que no debe perderse, pero debemos ser contemplativos en la acción. No podemos descuidar uno por otro, quedarse sólo en lo contemplativo o en la acción, corriendo el riesgo de caer en el activismo. No somos seres inmóviles ni tampoco carecemos de la necesidad de la oración contemplativa; estamos viviendo en misión, una misión que debe tener una fuerza en la acción y cuan mayor en el diálogo con Dios, motor de la fe.
Pidamos a nuestro Padre que nos ayude en nuestra vida y misión


Un abrazo en Cristo, gracias por leer.

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