miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Por qué tus discípulos no ayunan?


Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron y le dijeron a Jesús: ¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: "¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día."
De este modo Cristo no reniega de la práctica del ayuno, sino que le da un nuevo significado a la luz del Mensaje que nos vino a traer. Los fariseos eran fieles seguidores de la Ley, la cumplían al pie de la letra y, por su puesto, hacían ver a todo el mundo que así lo hacían; cuando ayunaban desfiguraban su rostro, rasgaban sus vestiduras y ponían cara larga, quedando en evidencia que practicaban el ayuno y la penitencia. En otra lectura se nos explica que cuando ayunemos lo hagamos en secreto. Que nos mostremos alegres y tengamos un semblante limpio y digno, ya que es nuestro Padre quien recompensa nuestras acciones y no las efímeras alabanzas de los hombres.

 Cristo rehace las bases de esa antigua ley y  nos trae un nuevo ayuno, nos enseña que podemos hacerlo de muchas maneras diferentes, maneras que en ésta Cuaresma podemos practicar para beneficio de nuestros hermanos y de nosotros. El ayuno no es simplemente dejar de comer, podemos encontrar muchas maneras de sacrificar algunas cosas en este tiempo litúrgico y por qué no, durante el año. Personalmente pienso que privarnos de cosas que nos gustan puede ser una buena manera de ayunar. Tal vez no salir tan seguido a fiestas, dejar de comprar tal o cual cosa con la que "sin ella no podemos vivir" -como los cigarros, el café, alcohol-, dejar de pasar tanto tiempo frente al computador, ser más tolerantes con quien nos cuesta, más respetuosos y ojalá perdonar a alguien. Con respecto a las comidas, podemos intentar comer sólo a las horas indicadas y no en exceso, como muestra de respeto a éste Cristo que se redimirá por todos en el madero. Privarse de esas cosas cotidianas y aquellos pequeños vicios constituyen un ayuno agradable a Dios y valiente, ya que todos sabemos lo complicado que es despegarnos de esas cosas. Hay que aspirar a la fidelidad y sobre todo a la santidad en todo momento, en nuestra vida cotidiana.
Pidámosle al Señor que nos de la fuerza y la fidelidad que tanto necesitamos.

Un abrazo en Cristo, gracias por leer.

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