Señor
nuestro,
Acompaña
a los que, vueltos a la calle,
No
les queda otra alternativa que tomarla
Y
hacerla suya;
Pasar
de ser un murmullo bajo un puente,
A
ser un canto liberador.
Dejanos
hacer gritar los dolores
De
nuestros pueblos,
Pa’
que tus pueblos adoloridos se levanten
A
cantar el amor verdadero
Que
resuenen las puertas y las ventanas del cielo
Con
las andanzas de nuestras voces vivas
Que
Jesucristo camine en nuestros carnavales
Y
alimente nuestros corazones
Pa’
que su sed de justicia nunca acabe,
Y
brote en cada palabra que se haga carne
Al
retumbar nuestros pasos,
Nuestras
manos.
Danos
fuerzas pa’ no dejar de cantar,
Pa’
que nuestros hermanos se vayan librando de sus cadenas.
En
cada son de nuestro caminar,
Que
nadie decaiga en este andar,
Que
tus pueblos nunca dejen,
Nunca
dejen de cantar.
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