sábado, 7 de mayo de 2011

Embarcarse hoy: Navegar contra el viento

Hace unas semanas atrás, caminaba por las atestadas calles del centro de Santiago con un compañero de universidad en busca de algún puesto de comida para comprar nuestro almuerzo. Entre conversa y conversa salió el tema de la Iglesia, y lo que pensé sería un descarnado debate, terminó siendo para mí una positiva oportunidad de reflexión y de íntimo dialogo con el Señor; mientras nos sentábamos en el ruidoso restaurante, él me decía -sin disimular un tono socarrón- "Tú vas a la iglesia con la misma pasión que yo al estadio. La diferencia es que yo voy al estadio una vez a la semana". En ese momento me reí y seguimos conversando cosas banales mientras comíamos.
Camino a mi casa, la frase volvió a aparecer entre pensamientos. "Tú vas a la iglesia con la misma pasión..." Esa frase que dijo mi amigo -seguramente sin aspirar a ser más que un chiste- me ha hecho meditar todo éste tiempo. ¿Si él dijo eso es porque ha visto un fuego en mi interior? ¿Verdaderamente transmito la alegría de ser hijo de Dios? Esas preguntas y las respuestas que ellas han tenido son un fuerte motivo para reivindicar mi compromiso con Cristo, de decirle aun más fuerte "Aquí estoy, Señor. Aquí me tienes para hacer Tu voluntad."
Y es así que hoy he decidido embarcarme, ir mar adentro en busca total de Cristo, inserto en una sociedad en que es raro hacerlo, en donde hay muchas "voces" que te invitan a seguir distintos caminos; a veces  engañosos, pero otras veces enriquecedores y positivos. Discernir por donde ir es vital en estos tiempos.Al adentrar la barca viajaremos por aguas hermosas y tranquilas, pero también supone un riesgo; vamos a navegar contra viento y marea. Vamos a exponernos -porque como dice un amigo sacerdote, amar es exponerse, es mostrarse sin murallas. Tal como uno es, quedando expuesto a todo.- a dificultades, tentaciones, tragos amargos y muchas situaciones difíciles. El sustento de la barca será la fe. Debemos serle fiel a Dios en todos los aspectos de nuestras vidas, de esa manera podremos encausar bien la barca y mantenerla estable, pero también debemos estar dispuestos a su voluntad, podemos sentirnos seguros del rumbo que llevamos, pero Él puede enviar una corriente de viento que nos saque de la ruta y nos lleve a la Suya. Dispuestos a navegar por aguas turbulentas y dirigir la proa hacia el norte que Él quiere que sigamos. En este viaje hay que ser radical, estar listos para afrontar críticas, tormentas, vientos huracanados y un sinnúmero de dificultades que se nos irán presentando en el Camino. Ser radical no significa ser ciegos, debemos ir leyendo los signos de Dios a la par de los signos de los tiempos y equilibrar nuestras acciones. Nunca dejar que el timón de la barca lo tomemos completamente nosotros o terceros, que el timón de la barca lo tome con una mano Dios y tu con la otra.
Pidamos a Dios que sea nuestro norte en ésta aventura.


Un abrazo en Cristo, gracias por leer.

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