viernes, 22 de abril de 2011

La cruz del amor y la entrega

Hoy, Viernes Santo, nos encontramos con un Jesús despojado de toda dignidad; traicionado por uno de sus amigos, torturado y sometido a un juicio en donde todos confabulaban en su contra. Así fue tratado como el más vil y ruin de los ladrones y castigado con la muerte en cruz.
Jesús sufrió todo esto, vio frente a sus ojos desmoronarse años de intensa lucha y entrega, de amor y de un camino que dejó para que nosotros lo siguiéramos, sin embargo, Él sabía que todo eso debía pasar para que el hombre pudiera redimirse. Jesús murió perdonando a sus captores y a quienes le dieron la espalda, jamás negó ni una sola de las acusaciones ni tampoco discutió a sus jueces sobre tal injusta condena. Amó y perdonó hasta el último instante de su vida, eso nos hace pensar en el infinito misterio de su pasión, y en la manera en que debemos vivir todos los días de nuestras vidas; amando y perdonando. El misterioso dolor de la cruz debe ser para nostros una oportunidad de volver a reflexionar sobre cómo Jesús nos amó y dio su vida por nosotros, teniendo a Cristo delante hay que mirarlo en su dolor y aquello que parece invencible en nuestra vida lo podamos entregar y podamos entender un poco más que significa el sacrificio de la cruz.

Hoy no es un día de luto ni de amargura, es un día en donde el amor se manifiesta en su más pura expresión: el sacrificio. Cristo no ha sido vencido, sino que es un vencedor ¿Vencedor de qué, clavado allí arriba? -Se preguntarán algunos- Él ha vencido al pecado y nos ha invitado a la vida eterna, que confirma su amor en esos palos cruzados, desde la cruz libera, enseña y reconcilia.

Jesús murió con los brazos abiertos para que nosotros no vivamos con los brazos cruzados; Su infinito amor nos deja muchas lecciones, pero para mi la más importante es la de la entrega desinteresada y el camino que nos deja para seguir. Vivamos como Él murió, perdonemos, amemos y compartamos con todos nuestros hermanos la alegría de ser hijos amados por Dios.

Un abrazo en Cristo, gracias por leer.

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